viernes, 24 de julio de 2009

La realidad lacandona

Entre tanta ruina maya también nos dio tiempo para conocer la realidad chiapaneca de las zonas rurales.

Sandra ya me comentó la riqueza, variedad y diferencias de las comunidades del estado. De hecho, muchos de los pacientes que vemos en consulta proceden de zonas lejanas, sólo alcanzables por caminos casi impracticables de tierra. Así que podéis imaginar que, cuando me comentó que Tere, una médica general que trabaja en una zona rural de Chiapas, iba a hacer una visita a algunos pueblos y que le podía acompañar, pues no me lo pensé dos veces y rehicimos la ruta para hacerla coincidir con los planes previos.

Quizá a alguno le suene Ocosingo, a mitad de camino entre San Cristóbal de las Casas y Palenque y sede de alguno de los enfrentamientos más encarnizados entre zapatistas y militares allá por los años 94-95. Es una ciudad “agradable” (como decía mi guía) con una plaza central arbolada y muy tranquila, con movimiento de familias, parejas, niños… Más allá de esto, poca cosa, la verdad: calles estrechas con tiendas y abarrotes poco cuidados. Pues bien: de esta ciudad salimos al día siguiente a las seis de las mañana en una furgoneta en dirección a “El Tumbo” una aldea a unos 100km por caminos de tierra imposibles: baches, saltos y más saltos. Pero un paisaje espléndido: bosque tropical salpicado de casas y aldeas. Las algo más de cuatro horas de camino pasaron rápido.

Monte Líbano, Nueva Palestina, Nahá, Lacandón… son algunos de los nombres de las aldeas por las que pasamos. En Nahá hicimos una parada para desayunar en casa de una familia y visitar el museo del pueblo lacandón: todavía fuertemente arraigado en sus creencias y firmes a la invasión de miles de iglesias de todas los tipos y colores. Pudimos intercambiar impresiones con el doctor del pueblo y comentar el estado de salud y las patologías más comunes.

Buscar a la familia que queríamos en nuestro punto de destino fue complicado. Finalmente, en la casa más alejada del pueblo, de 3 por 4 metros, rodeada de algunos maizales y construida con finas tablas de madera, encontramos lo que buscábamos: una joven pareja que había sido obligada a vivir en tales condiciones por una deuda… y con graves problemas de salud. Caras de desesperación, angustia… la pobreza más absoluta en 12 m2.

El corazón se te cae a los pies cuando ves situaciones como esa. Pero hay tantas y es tan tristemente frecuente…

La vuelta por el mismo camino, esta vez con la familia para hacer unas pruebas médicas, fue igualmente bella. De vuelta a Ocosingo 13 horas después.

Me quedo con la capacidad de Tere y su equipo para hablar y hacerse entender con la gente de estas comunidades, los más pobres y abandonados de Chiapas. Una labor impresionante que da para pensar largo…

Gente como éstas nos dan lecciones a diario.


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