domingo, 26 de julio de 2009

Pero los papás también cuentan...

Si hace algunas semanas os ensalzaba a Lupita como “madre coraje” y cómo la figura materna es especialmente importante en esta sociedad a la hora de encargarse de sus hijos, hoy quisiera hacer mención de tres papás (papás como gusta que se llame aquí, lo de padre les suena muy fuerte!).

David es indígena. Vive en una casa similar muy humilde, hecha a base de tablas de madera y techo de metal. En una sola habitación tienen la cama, la cocina, los pollos y todo lo que os podáis imaginar. A su hija la tuvimos ingresada por una desnutrición muy importante (debido a su enfermedad y a la pobreza de la familia) durante varias semanas. Pues bien, en ese tiempo nos pudimos dar cuenta cómo trataba a su hija: como a una auténtica reina. Él le preparaba todas sus medicinas con primorosa dedicación, le daba la comida, le bañaba… Hasta aquí os puede parecer normal… para una cultura más occidental como la nuestra. Aquí eso, siendo además indígena, es más raro aún y por eso me sorprendió tanto.

Alejandro es el papá de Alex. Su mujer los abandonó junto a su otra hija al saber que estaban infectados por el VIH. Alejandro en ese momento decidió volver a su pueblo de nacimiento, trabajar cuidando ganado y dedicarse por completo a sus pequeños. No hay cita a la que no acuda, siempre fiel a su tratamiento y al de su hijo, a pesar de las horas que tiene que recorrer para poder llegar a su cita. La consecuencia esta clara: un niño de cuatro años, fuerte, sano y lleno de energía y vida.

David no es el padre de Mauricio, es su abuelo. Pero Mauricio lo llama papá. A sus 51 años se ha encontrado que es la persona de referencia de un niño curioso y tranquilo de cuatro años. Os preguntaréis dónde están sus padres: su mamá falleció hace 2 meses y su papá hace 1 semana. Pero ahí está David, con su sombrero de vaquero (muy propio de todos los hombres de su edad que viven en zona rural), con una cara que aparenta muchos años más (consecuencia de una vida de duro trabajo) y con su perpetua sonrisa, cuidando a su pequeño y encargándose de todo lo que pueda necesitar. Y Mauricio no puede estar sin David: lo adora!

Estos tres son el ejemplo de hombres que “rompen” con la idea que muchos tenemos sobre la figura masculina rural de los países de baja renta.

Aprendamos de ellos!

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