lunes, 27 de julio de 2009

Me quedo...

Igual que todo tiene un principio… tiene su final. Y el final de mi estancia en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, va llegando.

Si tuviera que elegir algo…

· Me quedo con Chiapas, un estado impresionante: con la fuerza de su naturaleza, la variedad de sus gentes, su riqueza cultural…

·Me quedo con su gente: acogedora como en pocos sitios, orgullosos de su tierra y dispuestos a darla a conocer…

· Me quedo con su gastronomía: elaborada, dedicada, condimentada y preparada con maestría. Atrás quedó mi idea de la comida mexicana como casi fast-food.

· Me quedo con algunos buenos profesionales: Sandra, Tere Angélica, Rosa A, Vilma, Edgar, Laura, Tsochilt, Viridiana… que apuestan por mejorar la salud de los que menos recursos tienen, luchando y yendo contracorriente…

· Me quedo con la lección de Lupita, de Rosalinda, de Leydi, de David, de Javier, de Alejandro… padres y madres que han demostrado y demuestran día a día que se puede luchar contra la enfermedad, que la vida merece la pena, que están dispuestos a conseguir lo mejor para sus hijos y que no desesperan, aunque a veces eso sea lo más fácil…

· Me quedo con Sandra, Arturo, Max, Sandy y Claudia… la familia Ruiz Beltrán, sin la que mi estancia aquí no hubiera sido para nada la misma. Su cercanía, cariño, acogida… su presencia siempre cercana han logrado que me sienta más integrado en la ciudad, en la cultura y entienda mejor a la gente.

Muchas gracias a todos y cada uno de ellos!!

domingo, 26 de julio de 2009

Pero los papás también cuentan...

Si hace algunas semanas os ensalzaba a Lupita como “madre coraje” y cómo la figura materna es especialmente importante en esta sociedad a la hora de encargarse de sus hijos, hoy quisiera hacer mención de tres papás (papás como gusta que se llame aquí, lo de padre les suena muy fuerte!).

David es indígena. Vive en una casa similar muy humilde, hecha a base de tablas de madera y techo de metal. En una sola habitación tienen la cama, la cocina, los pollos y todo lo que os podáis imaginar. A su hija la tuvimos ingresada por una desnutrición muy importante (debido a su enfermedad y a la pobreza de la familia) durante varias semanas. Pues bien, en ese tiempo nos pudimos dar cuenta cómo trataba a su hija: como a una auténtica reina. Él le preparaba todas sus medicinas con primorosa dedicación, le daba la comida, le bañaba… Hasta aquí os puede parecer normal… para una cultura más occidental como la nuestra. Aquí eso, siendo además indígena, es más raro aún y por eso me sorprendió tanto.

Alejandro es el papá de Alex. Su mujer los abandonó junto a su otra hija al saber que estaban infectados por el VIH. Alejandro en ese momento decidió volver a su pueblo de nacimiento, trabajar cuidando ganado y dedicarse por completo a sus pequeños. No hay cita a la que no acuda, siempre fiel a su tratamiento y al de su hijo, a pesar de las horas que tiene que recorrer para poder llegar a su cita. La consecuencia esta clara: un niño de cuatro años, fuerte, sano y lleno de energía y vida.

David no es el padre de Mauricio, es su abuelo. Pero Mauricio lo llama papá. A sus 51 años se ha encontrado que es la persona de referencia de un niño curioso y tranquilo de cuatro años. Os preguntaréis dónde están sus padres: su mamá falleció hace 2 meses y su papá hace 1 semana. Pero ahí está David, con su sombrero de vaquero (muy propio de todos los hombres de su edad que viven en zona rural), con una cara que aparenta muchos años más (consecuencia de una vida de duro trabajo) y con su perpetua sonrisa, cuidando a su pequeño y encargándose de todo lo que pueda necesitar. Y Mauricio no puede estar sin David: lo adora!

Estos tres son el ejemplo de hombres que “rompen” con la idea que muchos tenemos sobre la figura masculina rural de los países de baja renta.

Aprendamos de ellos!

viernes, 24 de julio de 2009

La realidad lacandona

Entre tanta ruina maya también nos dio tiempo para conocer la realidad chiapaneca de las zonas rurales.

Sandra ya me comentó la riqueza, variedad y diferencias de las comunidades del estado. De hecho, muchos de los pacientes que vemos en consulta proceden de zonas lejanas, sólo alcanzables por caminos casi impracticables de tierra. Así que podéis imaginar que, cuando me comentó que Tere, una médica general que trabaja en una zona rural de Chiapas, iba a hacer una visita a algunos pueblos y que le podía acompañar, pues no me lo pensé dos veces y rehicimos la ruta para hacerla coincidir con los planes previos.

Quizá a alguno le suene Ocosingo, a mitad de camino entre San Cristóbal de las Casas y Palenque y sede de alguno de los enfrentamientos más encarnizados entre zapatistas y militares allá por los años 94-95. Es una ciudad “agradable” (como decía mi guía) con una plaza central arbolada y muy tranquila, con movimiento de familias, parejas, niños… Más allá de esto, poca cosa, la verdad: calles estrechas con tiendas y abarrotes poco cuidados. Pues bien: de esta ciudad salimos al día siguiente a las seis de las mañana en una furgoneta en dirección a “El Tumbo” una aldea a unos 100km por caminos de tierra imposibles: baches, saltos y más saltos. Pero un paisaje espléndido: bosque tropical salpicado de casas y aldeas. Las algo más de cuatro horas de camino pasaron rápido.

Monte Líbano, Nueva Palestina, Nahá, Lacandón… son algunos de los nombres de las aldeas por las que pasamos. En Nahá hicimos una parada para desayunar en casa de una familia y visitar el museo del pueblo lacandón: todavía fuertemente arraigado en sus creencias y firmes a la invasión de miles de iglesias de todas los tipos y colores. Pudimos intercambiar impresiones con el doctor del pueblo y comentar el estado de salud y las patologías más comunes.

Buscar a la familia que queríamos en nuestro punto de destino fue complicado. Finalmente, en la casa más alejada del pueblo, de 3 por 4 metros, rodeada de algunos maizales y construida con finas tablas de madera, encontramos lo que buscábamos: una joven pareja que había sido obligada a vivir en tales condiciones por una deuda… y con graves problemas de salud. Caras de desesperación, angustia… la pobreza más absoluta en 12 m2.

El corazón se te cae a los pies cuando ves situaciones como esa. Pero hay tantas y es tan tristemente frecuente…

La vuelta por el mismo camino, esta vez con la familia para hacer unas pruebas médicas, fue igualmente bella. De vuelta a Ocosingo 13 horas después.

Me quedo con la capacidad de Tere y su equipo para hablar y hacerse entender con la gente de estas comunidades, los más pobres y abandonados de Chiapas. Una labor impresionante que da para pensar largo…

Gente como éstas nos dan lecciones a diario.


jueves, 23 de julio de 2009

Mayaland


México es un país fascinante. No hace mucha falta que lo diga, pero así es! Y eso que sólo conozco parte de la mitad sur… pero ya me puedo imaginar el resto!

La semana pasada, aprovechando la visita del amigo Chema, volví a recorrer muchas de las ruinas mayas de Chiapas y de la península del Yucatán.

Ya lo dicen muchos carteles a la entrada del estado: un auténtico paraíso natural… pero también cultural, etnográfico y arqueológico. Con unas expectativas bastantes elevadas nos dirigimos a conocer “el Chiapas” menos turístico o que se sale de la típica visita a San Cristóbal y Palenque, y pasar a descubrir otras ruinas mayas de los estados vecinos. Y sorprende! Ya lo creo que sorprende!

No me propongo hacer una descripción minuciosa de cada lugar que visitamos, pero me quedo con momentos:

· Viaje en barca por el Usumacinta, para disfrutar con las ruinas de la antigua ciudad de Yaxchilán a primera hora de la mañana, sin turistas, acompañados únicamente del ruido de los monos aulladores…

· Subir y subir escalones en Toniná, pasando por los sietes niveles del inframundo maya… para disfrutar de unas maravillosas vistas!

· Dejarse llevar por el ruido, la fuerza y el color de las cascadas Ch´en Ulich y Agua Azul.

· Reencontrarse con Palenque, con la tumba de Pakal, con la plaza del Sol (aunque sea reconstruida en el museo!!).

· Disfrutar con el colorido de las casas de Campeche y Valladolid.

· Sentirse cerca de Chac-Mool (dios maya de la lluvia) y su retorcida nariz en Uxmal y Kabah.

· Llegar al Caribe y darse un baño en sus aguas turquesas y templadas…

Pero también tengo que reconocer que me ha decepcionado la vuelta a Chichen Itzá y Tulum… convertidos en auténticas zonas de paseo de hordas de turistas procedentes de Cancún y Playa del Carmen! Se pierde todo el encanto cuando ves que todo está acordonado y no dejan acercarse a palacios y pirámides!

Como siempre se dice, os dejo con unas fotos de los sitios que os he comentado.

A disfrutarlas!





miércoles, 22 de julio de 2009

Negro

Hola a todos!

Siento haber estado este tiempo sin escribir nada… vuelvo a la carga… pero mientras estaba escribiendo un resumen de un pequeño viaje por las ruinas mayas de Chiapas y el Yucatán he recibido una llamada de Sandra: Manolito no ha podido más, nos ha dejado.

Para quienes no sepan quién es, les envío a la entrada “Pongamos que se llama Lupita”. Después de empeorar y necesitar tratamientos que nuestro hospital no podía afrontar, Manolito pasó por otros dos hospitales de la zona y, por último, fue enviado a Ciudad de México. Realmente no sé muchos detalles de lo sucedido en este tiempo… pero la noticia me ha dejado helado. Negro, como los nubarrones que cubren de nuevo Tuxtla mientras escribo estas letras y después de una semana de intenso calor sin ver una sola gota.

No puedo dejar de pensar en esa madre que ha intentado todo por la vida de su hijo: enfrentarse a la familia, sociedad, religión… ver perderse a su segundo hijo…

Siento escribir esto, pero mi intención es haceros llegar todo lo que veo y siento. Lo bueno, pero también lo negativo. Hoy toca una de arena…

sábado, 4 de julio de 2009

Nubarrones

Si hace poco os hablaba de la grandeza de Lupita, hoy tengo que comentaros otra situación que estoy viviendo, pero que no me produce ninguna alegría, sino que me está haciendo ver otras realidades que no esperaba ver en México. Nubarrones. Quiero contaros algo sobre Miguelito.

Hace algo más de un año, durante mi estancia en Etiopía, vi situaciones que desgarraban el corazón: casos extremos de desnutrición infantil, pobreza extrema, situaciones insostenibles, consecuencia de la realidad de un país muy empobrecido. Y, aunque creo que no se pueden tolerar, se esperan y se “aceptan”.

Miguelito es un niño de 17 meses. Ingresó en el piso de pediatría por una pérdida de peso importante. Hasta ahí bien. Pero la realidad no era sólo esa: cuando lo vimos, lo único que se podía ver era un niño muy irritable, que no paraba de llorar y enganchado a la teta de su madre. Más bien podría decirse que era una gran cabeza, con unos grandes ojos negros y una gran boca pegada a un niño. O mejor dicho, a un montón de huesos y algo de carne y piel. Miguelito pesa 5.3kg. Ha estado perdiendo mucho peso desde que tenía un año. En ese momento pesaba algo más de 10 kilos, pero empezó con diarrea y pocas ganas de comer. Parece que lo llevaron a varios “médicos” pero la cosa no se solucionó… y aquí lo tenemos. Ante esto y analizando la situación familiar (una hermanita fallecida más o menos a la edad de él y que ahora tendría 3 años)… tenemos la solución: VIH-SIDA (junto a lo que podría considerarse apatía por parte de los padres y falta de educación sanitaria, falta de profesionalidad por parte de los “médicos” que lo vieron…)

Lo peor es que no es el único caso: en el poco tiempo que llevo por aquí ya he visto varios casos parecidos, aunque no tan extremos. Y es que esta enfermedad se está llevando por delante a muchos niños, mujeres y hombres. Y los indígenas están siendo especialmente vulnerables. Si a eso añadimos la falta de acceso a instituciones de salud, la inexistencia de una detección temprana y el miedo al estigma social… tenemos un problema que va a ser difícilmente solucionado.

El caso de Miguelito me ha “descolocado”, como te sorprenden las cosas que no se esperan. Y yo no me esperaba ver este tipo de situaciones en un país como México… pero ahí están.

Espero que los nubarrones que cubren a Miguelito se vayan yendo y poco a poco el calor del sol vaya tomando lugar.

jueves, 2 de julio de 2009

Guatemala (II): Flores y Tikal

La segunda parte del viaje consistió en conocer Flores y Tikal, ambas en la zona del Petén guatemalteco. Para llegar hasta allí optamos por ir en bus nocturno: 8 horas de viaje en un bus de medio lujo. Llegamos a las 5 de la mañana a Flores, una pequeña islita en el lago Petén-Itzá. Lugar tranquilo a las horas de la mañana en que llegamos, con numerosos lugares para alojarse y casitas bajas con imponentes vistas al lago, que se ha consolidado como un centro turístico a partir del cual visitar las ruinas de Tikal.

Al rato ya estábamos en lo alto de un colectivo de camino a la antigua ciudad maya. Una vez allí llegamos a un acuerdo con un guía local, Luis (todo un acierto), que nos introdujo en la flora y fauna del lugar para posteriormente hacernos disfrutar de las ruinas. Y resultó impresionante: templos que sobresalen de las copas de los árboles, montículos que realmente son palacios cubiertos de una espesa vegetación, aderezados con los gritos de los monos aulladores… inolvidable, como os podréis imaginar! Pero la traca final llegó con la subida a algunos de los templos: el del joven guerrero, el templo II… subir por escaleras de madera con una pendiente enorme, sufrir con el vértigo conforme asciendes para pasar a disfrutar de la vista una vez llegado a lo más alto… y respirar… y admirar la grandeza de lo que estaba viendo! Quienes ya lo conozcáis, ya sabéis a lo que me refiero.

Tras 9 horas en la zona, decidimos que ya tuvimos suficiente y volvimos a Flores para una duchita y descansar un rato. Una cervecena magnífica acompañada de unos taquitos al estilo guatemalteco… con vistas al lago. Sin comentarios…

Y vuelta para Tuxtla, después de otras 18 horas de viaje en distintos medios: furgoneta cutre, barca, furgoneta decente y bus… que es de agradecer, porque aprendes a conocer mejor la idiosincrasia de la gente de cada lugar… y a entender muchas cosas!

Cuatro días geniales: reencuentro, risas, admiración de antiguas ruinas… mucho paisaje y mucho color.

Hasta pronto Guatemala!


miércoles, 1 de julio de 2009

Guatemala (I): Antigua Guatemala y volcán Pacaya

Aprovechando que iba a estar en Chiapas, que varias de mis compañeras del Diplomado iban a estar en una zona rural de Guatemala y que mi amigo Chema me ha contado innumerables veces todo lo que le gustó su viaje a este país, me propuse escaparme unos días para conocerlo de cerca.

La idea era quedar con mis compañeras en Antigua y viajar hasta Tikal para ver la famosa ciudad maya. Y ahí me tenéis: viaje nocturno desde Tuxtla hasta Tapachula, colectivo hasta Ciudad Hidalgo, pase de la frontera hasta Ciudad Tecún Umán y agarrar un bus ahí para llegar a Antigua Guatemala haciendo escala en Escuintla: un total de 14 h de viaje.

Desde México se tiene una imagen de Guatemala parecida a la que desde España se puede tener de Marruecos (país grande y más o menos poderoso que tiene como vecino otro más pobre, desde el que el flujo de inmigración no cesa), así que os podéis imaginar que me llovieron las recomendaciones de precaución por parte de mis amigos mexicanos de Tuxtla!!

El autobús que me llevó a Tapachula, con sus asientos amplios, 5 monitores de tv, baño incorporado y buen olor, dio paso a otro en el que se podían sentar 3 personas en la mayoría de los asientos, con cantidad de paquetes, que realizaba continuas paradas en los lugares más inesperados para recoger gente del camino y en el que, de repente, se podía levantar un hombre y dar una larga disertación sobre los parásitos intestinales para tratar de vender un fármaco de dudosa calidad para combatirlos. Un viaje divertido, la verdad! Y un paisaje espectacular: verdor por todas partes, cruzados por algún río y zona de montañas y volcanes. Disfruté muchísimo!

A mi llegada a Antigua me esperaban Ana, Zitlalli y Patricia en el parque central. El lugar era más o menos lo que esperaba: una ciudad colonial (al estilo de San Cristóbal de las casas), con sus casas bajas de colores y salpicadas de iglesias muy decoradas pero con mayor amplitud en sus calles… y miles de turistas, la inmensa mayoría estadounidenses. A pesar de ello, la ciudad es tan bella que te centras en el ambiente y consigues obviar tanta gente de fuera (yo el primero!). Hotelitos encantadores, situados en casas particulares o decoradas a conciencia que te hacen sentir que estás en un paraíso. Una ciudad para caminar, disfrutar del ambiente que destila, disfrutar de los volcanes que la circundan y quedar encantado por las casas de colores. Allí tuvimos un encuentro en el que, los que habíamos sido compañeros durante 5 meses, nos contamos las alegrías, las penas y las vivencias más recientes. Todo ello acompañado de una excelente comida junto con jugos de frutas o cerveza Gallo (muy buena, entra en mis tops!). Excelentes momentos!

Al día siguiente decidimos ir al volcán Pacaya, en activo, a unos 80 km de la ciudad, para hacer una subida y ver lava de cerca. La experiencia fue también inolvidable, con zonas de fumarolas y sintiendo el calor que emana de dentro de la tierra desde cerca.

De vuelta a la ciudad: comer en un mercado junto a guatemaltecos para degustar los platos más típicos (y alejarnos de tanto guiri), dar una vuelta de nuevo por la ciudad y sorprendernos con un concierto de marimba en la calle dado por septuagenarios, junto a unos gigantes danzantes… momentos!! Tantos momentos!!